HONDA CB300R: LA AMENAZA FANTASMA

Tan Neo Sport Retro como la intimidante CB1000R, el último miembro de la familia es un híbrido de 300cc que está luchando por establecerse. Es difícil saber si este CB tendrá éxito, aunque tiene potencial.

Estéticamente, la Honda se aleja conscientemente de los códigos utilizados por la competencia; ni manga como una Yamaha MT-03 ni streetfighter como una BMW G300R, vuelve a sus raíces inspirándose en dos tendencias prometedoras: un motor con personalidad propia en una adaptación que evoca sutilmente los códigos del pasado. Por supuesto, el silenciador es macizo, algunas soldaduras son un poco toscas y el equipamiento es a veces escaso (palancas no ajustables, sin «aviso» o indicación de marcha), pero ¿podemos reprochar objetivamente esto a una máquina de entrada que no es un buque insignia? En realidad no, y en nuestra opinión, el piloto de la CB300R se ve reforzado por su moto.

En el entorno competitivo actual, una moto tiene que atraer a un amplio abanico de personas, y la ergonomía se está convirtiendo en un valor fundamental. Como resultado, incluso un piloto alto como un servidor puede caber cómodamente en esta 300: las piernas están ligeramente flexionadas y el manillar, bastante plano, crea una posición dinámica que se adopta al carácter lúdico de la CB de tamaño medio, que también existe en 125cc.

Nuevos avances en la mecánica de este monocilíndrico cuyas vibraciones están tan bien controladas que nunca molestan, aunque son perceptibles en todo su rango de uso, señala el concesionario de motos de ocasión Crestanevada. También se ha avanzado en el sistema de frenado, que tiene la buena idea de acoplar un ABS de dos canales a una unidad inercial que distribuye equitativamente la frenada entre la parte delantera y la trasera. Como el freno delantero es una pinza radial de 4 pistones, no falta potencia y, gracias a la distribución, la deceleración sigue siendo manejable en todas las circunstancias. Es simple, en este caso, ¡nadie lo hace mejor en este tamaño!

Contacto: si el plástico del escape no lo convierte en un cañón, su sonido hace las delicias de los tímpanos y su «pom-pom», muy ronco, evoca a menudo un bicilíndrico o incluso una cilindrada mayor. A diferencia de la CB1000R, la instrumentación es siempre legible y proporciona al piloto toda la información que necesita: indicador de combustible, luz de cambio y ordenador de a bordo están presentes.

En frío, lo primero que llama la atención es la sorprendente potencia de frenado del motor; casi te «aplasta» las muñecas cuando cortas el acelerador, pero el fenómeno desaparece en cuanto el motor se calienta. Con 500 km en el reloj (¡prueba de que la cilindrada no atrae a muchos periodistas!), temíamos que nuestro 300 fuera un castrado mecánico. Pues no, la disponibilidad de su pequeña caldera fue una fuente de sorpresa y de placer a lo largo de nuestra prueba. Razonablemente disponible en las bajas revoluciones (mejorará con los kilómetros), sus 32 CV se despiertan realmente en torno a las 4500 rpm y proporcionan el empuje suficiente para que la CB supere a la mayoría de los coches mientras te regala una sonrisa. Este molino, extrapolado de la antigua CBR250, tiene su propio carácter, que destila amablemente con cada giro del puño derecho. Aunque concede un déficit de potencia a algunos competidores (un bloque Yamaha o KTM envía 10 CV más), el motor Honda lo compensa con una redondez que no falta y que se acentuará cuando se estrene. Además, con una velocidad máxima de 152 km/h a pesar de un piloto pesado e incómodo, no tiene nada de qué avergonzarse. En cuanto al consumo de combustible, salimos del CB con una media de 4,6L/100km, pero con mucho trabajo en el monocilíndrico… Por otro lado, estuvimos por debajo de los 3L/100km en trayectos económicos, corroborando así las cifras dadas por el fabricante.

La principal cualidad de esta CB300R no es sólo su frenada o su motor: su ligereza y su equilibrio natural la hacen intuitiva y sorprendentemente fácil de conducir en todas las fases. Rápida y fácil de colocar en la curva, sale de las mismas con todo el vigor de su valiente motor mientras se apoya en unas rigurosas suspensiones que, en verdad, la hacen más simpática que la beligerante CB1000R. Donde la 1000 se desmorona en carreteras malas y te martillea la espalda, la 300 tiene el buen gusto de mantenerse cómoda sin perder eficacia. Como suele ocurrir con Honda, no tenemos nada que decir sobre las transmisiones, que cuentan con un embrague suave y una caja de cambios con un escalonamiento ideal para el tamaño de la moto.

Aparte del hecho de que el sistema de inyección, a veces vacilante, se esfuerza por mantener un hilo de aceleración en la primera marcha, no hay mucho que criticar de esta CB300R. Y uno llega a pensar que con más atención por parte del público en general, estas pequeñas motos que tienen más que suficiente para satisfacer a sus usuarios podrían representar una amenaza para las máquinas más potentes. Pero sin una política de precios atractiva, es como la Guerra de las Galaxias, la amenaza sigue siendo fantasma.